LA CUESTION DE LA IDENTIDAD
¿Qué es
la identidad? ¿Quiénes somos
y cómo construimos nuestra identidad? Podemos decir que hay muchas cosas que
forman parte de ella: nuestro nombre, nuestro pasado, nuestros hábitos, el modo
de vestirnos, de saludarnos en la calle, de ser en relación con los demás. La
identidad es un concepto que nos atraviesa a todos y que está en permanente
construcción. Pero ¿cuánto de todo lo que compone nuestra identidad tiene que
ver con los otros que nos rodean?
Identidad viene del latín ídem que significa ‘lo mismo’.
Quiere decir que hay algo de nuestra identidad que se mantiene idéntico, que no
cambia. Aunque cambiemos de religión, de orientación sexual, de trabajo, de
carrera; aunque cambiemos la marca de champú o nos mudemos de país, nuestra
identidad va a seguir siendo la misma. ¿Va a seguir siendo la misma? ¿Qué es
aquello que permanece y que permite que los demás me reconozcan a pesar de los
cambios?
Podemos pensar la identidad desde distintas posiciones
filosóficas. Una de ellas es el esencialismo, que cree que hay una esencia que
define las cosas. Esto remite de un modo directo a la distinción que hace
Aristóteles entre sustancia y accidente. La sustancia sería el sustrato/sujeto
del cual se predican los accidentes.
«El ente se dice de muchas maneras. (...) De
todos estos sentidos que tiene el ente, es claro que el primordial es el “qué
es”, lo que significa la substancia. (...) Todas las demás cosas se las llama
“entes” porque son cantidades o cualidades o afecciones de este ente, o alguna
otra cosa semejante» (Aristóteles,
Metafísica).
Por otro lado, el existencialismo propone que la existencia precede a la esencia.
Se trata entonces de que no hay una naturaleza humana determinada de antemano,
sino que es la misma existencia, la suma de nuestros actos, lo que, en última
instancia, nos define. Esto presupone e implica dos conceptos fundamentales: el
de libertad y el de responsabilidad. Dos conceptos que interpelan directamente
al hombre. «En el fondo, lo que voy a tratar de exponer, ¿no es el hecho de que
deja una posibilidad de elección al hombre?» (Sartre, El existencialismo es un
humanismo).
La figura del otro
Después de haber reflexionado acerca de la
identidad en relación con el sujeto, con el yo, vamos a poner el foco en el otro, en la
importancia que tiene a la hora de pensar nuestra propia identidad: cómo nos
vemos a partir de un otro, cómo me defino, qué discurso tengo hacia afuera
respecto de mí mismo y si coincide con lo que verdaderamente soy.
¿Hay algo que yo sea
«verdaderamente»?
¿Qué aspectos de mi
identidad tengo en cuenta cuando me presento frente a otros?
Bibliografia. Sartre, J. P. (1946) El existencialismo es un humanismo. Consultado
el 13 de abril de 2014 desde: http://weblioteca.com.ar/occidental/exishuman.pdf